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“Si alguien se divierte en la vida soy yo” – entrevista a Oscar Tusquets (Arquitecto)
Libros, revistas, pinturas, diseños de muebles simbólicos y discos son algunos de los objetos que llenan las fantásticas estanterías y paredes del comedor de Tusquets. Acaba de cumplir 80 años y solo tiene ganas de que llegue el fin de semana para celebrarlo. El título de su último libro, ‘Vivir no es tan divertido y envejecer es un coñazo’, es una paradoja de su vida, ya que él nunca ha dejado de sentir y crear. Polifacético a más no poder, el arquitecto, diseñador, pintor y escritor Oscar Tusquets nos abre las puertas de su casa para adentrarnos en su mundo.
Desde un punto de vista artístico ¿cómo se define?
Ecléctico, incapaz de la especialización, porque cuando escribo me gustaría pintar y cuando pinto me parece que tendría que estar escribiendo y, si no, pienso que debería de estar proyectando, o sea que, disperso.
¿Y desde el punto de vista personal?
Creo que soy bastante buena persona. (sonríe)
Arquitecto, diseñador, pintor, escritor… ¿Cómo empezó todo?
Empecé a querer ser pintor a los 12 años, cuando entré en ‘l’Escola d’Arts i Oficis’, en una sucursal de Llotja. Entonces yo quería ser Miguel Ángel y en un momento determinado de mi vida, cuando acabé el bachillerato, pensé en entrar en Bellas Artes, pero mi padre me dijo “haz algo más económicamente garantizado, algo más serio”. Me pareció que la arquitectura era lo que se acercaba más y cuando empecé me apasionó, dejé de pintar. Pienso que hubiera ganado mucho más dinero siendo pintor que arquitecto y hubiera tenido menos disgustos…
¿Ha sido duro ser un arquitecto referente?
La arquitectura es muy dura, es un arte muy caro. Escribir las memorias de los proyectos para mí era un sacrificio. Y a los 50 años, hice un artículo que se llamaba “Elogio acalorado de las sombras”, se lo enseñé a mi primera mujer, que era la directora de Tusquets editores y me dijo “uy, pues si continúas así te publicamos”, entonces me empezó a divertir escribir. Tengo la absoluta imposibilidad de especializarme. Los arquitectos norteamericanos me dicen ¿pero usted qué hace, hospitales o viviendas? ¿En qué se ha especializado? Después de mucho pensar, he decidido contestarles: en problemas difíciles. Todo lo que me encargan son cosas delicadas y difíciles, como intervenir en el Palau de la Música.
¿Qué es lo más importante para usted a la hora de crear?
Lo más importante es la idea, ya lo decía Salvador Dalí, que fue un gran amigo. La idea no la puedes forzar, ya puedes encerrarte en el estudio y pasar las horas que si no viene, no viene.
Y sobre su último libro, de “Vivir no es tan divertido y envejecer es un coñazo”. ¿Qué dice sobre la vejez?
Yo creo que el título es contradictorio, porque si alguien se ha divertido en la vida y está envejeciendo con poquísimas limitaciones soy yo. Para mí vivir ha sido divertido, pero hay un momento de la vida, que a mí aún no me ha llegado, en que las limitaciones son tan extremas que creo que agarrarse a la vida por encima de todo es un error. Creo que hay que saber morir.
¿Cómo se sabe morir? ¿Usted ya lo ha aprendido?
Yo creo que estoy preparado para la muerte, aunque no estoy preparado para el dolor. He vivido mucho y he tenido tiempo de hacer muchas cosas. Ahora tengo un proyecto a medias y siempre pienso… ¡Dame un poco más de tiempo que tengo un libro a medio hacer! (ríe). Este se va a llamar “Momentos inolvidados”. Me he dado cuenta de que hay momentos en mi vida que no he explicado y que tienen su interés. Seguramente la muerte me pescará a medio hacer algo, pero bueno.
Aparte de este libro…¿Tiene alguna cosa más entre manos?
En otoño de 2022 me van a hacer una exposición antológica en la Fundación Vila Cases. Todo un placer. Serán 50 años de pintura, pero no será cronológica, me parece una tontería. Empieza con ciudades, naturaleza muerta, naturaleza viva, retratos, mujeres, desnudos… Todo un guion que no es cronológico.
¡No para de hacer cosas! Acaba de cumplir 80 años, sigue pintando, escribiendo y muy activo…
Es que si no trabajo me aburro muchísimo. Cuando vino la pandemia radical se me limitaron las posibilidades. Uno siempre puede escribir, pero, durante un tiempo, me ponía por la mañana a ver una serie de televisión y hasta la noche la veía entera, pero me duró pocos días, tenía que hacer algo. Entonces me hice un autorretrato confinado, ¡que me parece que me salió muy bien! Pero no soy una persona para quedarme encerrada en una habitación. Me gusta ver cosas y viajar a pesar de que a una edad, esto de viajar hay que hacerlo con control.
Y de hacerse mayor, ¿qué es lo más le gusta?
Oscar Wilde decía: “Señor sálvame de los problemas físicos, que de los psíquicos ya me preocupo yo.” Cuando te haces mayor te libras de la obsesión sexual (ríe), tal como dijo el gran director cinematográfico Luís Buñuel, y también lo digo en el libro.
Ganas experiencia, conocimiento. Hablar con gente mayor inteligente ha sido uno de los placeres de mi vida. Me ha encantado estar con viejos de talento, desde Dalí, a Foix, a Pla, a José Antonio Coderch. Creo que un viejo o una vieja de talento te permite una relación fantástica. Y, ahora, como Salvador Dalí, me encanta estar con gente joven.
…¿Por qué?
Una razón es la estética, no nos engañemos, son guapos. Y otra cuestión es que aprendo cosas, que es lo más divertido que hay en la vida. Hay gente joven muy interesante que te hace ver las cosas de otra manera. Y a Dalí, le encantaba. Yo creo que fuimos tan amigos porque yo era joven, no era feo del todo, era arquitecto, y a él le encantaba hablar sobre arquitectura.
¿Qué piensa de la jubilación?
Las dos personas que más me han influenciado en la vida como artista han sido Salvador Dalí y Federico Correa. A Correa, a los 65 años le dijeron que se tenía que jubilar de catedrático de arquitectura… ¡Tenía que ser un error! No tendría que haber catedráticos de menos de 65 años. A esta edad tienes más sabiduría, estás preparado para enseñar precisamente. Las personas mayores pueden aportar muchísimo.
Usted se ha jubilado, pero su vida no ha cambiado demasiado. ¿Qué es lo que más le gusta al Tusquets de ahora?
Las mujeres y el mar. Estas cosas no cambian. Me gusta la arquitectura, la pintura, ir a un buen museo. Disfruto de muchas cosas y los gustos me han cambiado muy poco, disfruto de lo mismo que a los 14 años. Por eso, en mi pintura es dificilísimo saber si tiene 40 años o es de ahora.
“Si alguien se divierte en la vida soy yo” – entrevista a Oscar Tusquets (Arquitecto)
Libros, revistas, pinturas, diseños de muebles simbólicos y discos son algunos de los objetos que llenan las fantásticas estanterías y paredes del comedor de Tusquets. Acaba de cumplir 80 años y solo tiene ganas de que llegue el fin de semana para celebrarlo. El título de su último libro, ‘Vivir no es tan divertido y envejecer es un coñazo’, es una paradoja de su vida, ya que él nunca ha dejado de sentir y crear. Polifacético a más no poder, el arquitecto, diseñador, pintor y escritor Oscar Tusquets nos abre las puertas de su casa para adentrarnos en su mundo.
Desde un punto de vista artístico ¿cómo se define?
Ecléctico, incapaz de la especialización, porque cuando escribo me gustaría pintar y cuando pinto me parece que tendría que estar escribiendo y, si no, pienso que debería de estar proyectando, o sea que, disperso.
¿Y desde el punto de vista personal?
Creo que soy bastante buena persona. (sonríe)
Arquitecto, diseñador, pintor, escritor… ¿Cómo empezó todo?
Empecé a querer ser pintor a los 12 años, cuando entré en ‘l’Escola d’Arts i Oficis’, en una sucursal de Llotja. Entonces yo quería ser Miguel Ángel y en un momento determinado de mi vida, cuando acabé el bachillerato, pensé en entrar en Bellas Artes, pero mi padre me dijo “haz algo más económicamente garantizado, algo más serio”. Me pareció que la arquitectura era lo que se acercaba más y cuando empecé me apasionó, dejé de pintar. Pienso que hubiera ganado mucho más dinero siendo pintor que arquitecto y hubiera tenido menos disgustos…
¿Ha sido duro ser un arquitecto referente?
La arquitectura es muy dura, es un arte muy caro. Escribir las memorias de los proyectos para mí era un sacrificio. Y a los 50 años, hice un artículo que se llamaba “Elogio acalorado de las sombras”, se lo enseñé a mi primera mujer, que era la directora de Tusquets editores y me dijo “uy, pues si continúas así te publicamos”, entonces me empezó a divertir escribir. Tengo la absoluta imposibilidad de especializarme. Los arquitectos norteamericanos me dicen ¿pero usted qué hace, hospitales o viviendas? ¿En qué se ha especializado? Después de mucho pensar, he decidido contestarles: en problemas difíciles. Todo lo que me encargan son cosas delicadas y difíciles, como intervenir en el Palau de la Música.
¿Qué es lo más importante para usted a la hora de crear?
Lo más importante es la idea, ya lo decía Salvador Dalí, que fue un gran amigo. La idea no la puedes forzar, ya puedes encerrarte en el estudio y pasar las horas que si no viene, no viene.
Y sobre su último libro, de “Vivir no es tan divertido y envejecer es un coñazo”. ¿Qué dice sobre la vejez?
Yo creo que el título es contradictorio, porque si alguien se ha divertido en la vida y está envejeciendo con poquísimas limitaciones soy yo. Para mí vivir ha sido divertido, pero hay un momento de la vida, que a mí aún no me ha llegado, en que las limitaciones son tan extremas que creo que agarrarse a la vida por encima de todo es un error. Creo que hay que saber morir.
¿Cómo se sabe morir? ¿Usted ya lo ha aprendido?
Yo creo que estoy preparado para la muerte, aunque no estoy preparado para el dolor. He vivido mucho y he tenido tiempo de hacer muchas cosas. Ahora tengo un proyecto a medias y siempre pienso… ¡Dame un poco más de tiempo que tengo un libro a medio hacer! (ríe). Este se va a llamar “Momentos inolvidados”. Me he dado cuenta de que hay momentos en mi vida que no he explicado y que tienen su interés. Seguramente la muerte me pescará a medio hacer algo, pero bueno.
Aparte de este libro…¿Tiene alguna cosa más entre manos?
En otoño de 2022 me van a hacer una exposición antológica en la Fundación Vila Cases. Todo un placer. Serán 50 años de pintura, pero no será cronológica, me parece una tontería. Empieza con ciudades, naturaleza muerta, naturaleza viva, retratos, mujeres, desnudos… Todo un guion que no es cronológico.
¡No para de hacer cosas! Acaba de cumplir 80 años, sigue pintando, escribiendo y muy activo…
Es que si no trabajo me aburro muchísimo. Cuando vino la pandemia radical se me limitaron las posibilidades. Uno siempre puede escribir, pero, durante un tiempo, me ponía por la mañana a ver una serie de televisión y hasta la noche la veía entera, pero me duró pocos días, tenía que hacer algo. Entonces me hice un autorretrato confinado, ¡que me parece que me salió muy bien! Pero no soy una persona para quedarme encerrada en una habitación. Me gusta ver cosas y viajar a pesar de que a una edad, esto de viajar hay que hacerlo con control.
Y de hacerse mayor, ¿qué es lo más le gusta?
Oscar Wilde decía: “Señor sálvame de los problemas físicos, que de los psíquicos ya me preocupo yo.” Cuando te haces mayor te libras de la obsesión sexual (ríe), tal como dijo el gran director cinematográfico Luís Buñuel, y también lo digo en el libro.
Ganas experiencia, conocimiento. Hablar con gente mayor inteligente ha sido uno de los placeres de mi vida. Me ha encantado estar con viejos de talento, desde Dalí, a Foix, a Pla, a José Antonio Coderch. Creo que un viejo o una vieja de talento te permite una relación fantástica. Y, ahora, como Salvador Dalí, me encanta estar con gente joven.
…¿Por qué?
Una razón es la estética, no nos engañemos, son guapos. Y otra cuestión es que aprendo cosas, que es lo más divertido que hay en la vida. Hay gente joven muy interesante que te hace ver las cosas de otra manera. Y a Dalí, le encantaba. Yo creo que fuimos tan amigos porque yo era joven, no era feo del todo, era arquitecto, y a él le encantaba hablar sobre arquitectura.
¿Qué piensa de la jubilación?
Las dos personas que más me han influenciado en la vida como artista han sido Salvador Dalí y Federico Correa. A Correa, a los 65 años le dijeron que se tenía que jubilar de catedrático de arquitectura… ¡Tenía que ser un error! No tendría que haber catedráticos de menos de 65 años. A esta edad tienes más sabiduría, estás preparado para enseñar precisamente. Las personas mayores pueden aportar muchísimo.
Usted se ha jubilado, pero su vida no ha cambiado demasiado. ¿Qué es lo que más le gusta al Tusquets de ahora?
Las mujeres y el mar. Estas cosas no cambian. Me gusta la arquitectura, la pintura, ir a un buen museo. Disfruto de muchas cosas y los gustos me han cambiado muy poco, disfruto de lo mismo que a los 14 años. Por eso, en mi pintura es dificilísimo saber si tiene 40 años o es de ahora.