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Daniel López Acuña: “Desde que era estudiante de Medicina tenía un interés grande en la literatura”

El Dr. Daniel López Acuña es un referente en el campo de la salud pública a nivel internacional. Como excoordinador de Clúster de Salud de la OMS y exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis, ha sido testigo de primera mano de los desafíos a los que se enfrentan los sistemas de salud en todo el mundo. Además, su papel como asesor durante la pandemia de COVID-19 lo ha convertido en una voz autorizada en el debate sobre las futuras pandemias. En esta entrevista, exploraremos su amplia trayectoria, su visión sobre la salud pública y su reciente incursión en el mundo de la poesía.

-Has sido coordinador de Clúster de Salud de la OMS y director de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la OMS. ¿Cuáles han sido los desafíos más importantes de tu carrera?

Trabajé 30 años en la Organización Mundial de la Salud desempeñando distintas funciones, 20 años en Washington DC para la oficina de la región de las Américas dando cobertura desde Canadá hasta Argentina, y después 10 años en Ginebra, en la sede central de la OMS, donde fui director de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis con una cobertura mundial. A lo largo de estos años, desempeñé varias funciones y siempre traté de ligar la epidemiología, como método científico, a la acción en salud pública, y muy particularmente a la acción sanitaria en situaciones de crisis.

Los desafíos a los que he tenido que hacer frente han sido múltiples y siempre han dejado lecciones muy importantes. Por ejemplo, en los años ochenta y principios de los noventa trabajé en una iniciativa que se llamó «Salud puente para la paz» en Centroamérica, tratando de que, a través de una colaboración en salud, se produjese una mayor distensión y relajación de las tensiones internas y externas. También la destrucción masiva que supuso el huracán Mitch, epidemias de cólera como la del año 91 en Perú que se extendió por toda América Latina, riesgos de pandemias como la gripe porcina o la gripe aviar, el bloqueo sanitario en Gaza, el conflicto en Darfur o el de la República Democrática del Congo… solo por señalar algunos.

-Actualmente sigues dando clases en la Escuela Andaluza de Salud Pública. ¿Qué otros proyectos tienes entre manos?

Después de tres décadas dedicadas a la Organización Mundial de la Salud, me jubilé en diciembre de 2014. Fue entonces cuando decidí regresar a mis raíces y establecerme en Gijón. Esta ciudad tiene un significado muy especial para mí, ya que mi padre nació en Asturias. Lamentablemente, la Guerra Civil lo obligó a exiliarse a Francia a los 14 años, tras pasar un tiempo como desplazado interno en Cataluña. Finalmente, llegó a México a bordo del buque Sinaia.

Mi jubilación de la OMS no significó el final de mi actividad profesional. Actualmente, combino mi labor como consultor independiente con la docencia en la Escuela Andaluza de Salud Pública. Además, durante la pandemia de COVID-19, asumí el rol de asesor para distintas instituciones.

-Precisamente, durante los últimos 4 años has atendido a los medios de comunicación para valorar y aportar tu punto de vista de experto sobre la COVID. ¿Cómo has vivido esta época?

Durante el periodo de la pandemia me ocupé mucho de lo que yo considero un servicio público de informar a los medios y a la población con objetividad: apoyando todas las medidas correctas y criticando lo que, desde mi punto de vista, no era adecuado. Fundamentalmente, haciendo una función de servicio público para tratar de informar mejor y explicar la dinámica de la pandemia. En ese periodo de 4 años, di aproximadamente 3000 entrevistas, escribí artículos… todo como un servicio público pro bono.

-Como experto que has estado siguiendo de cerca la evolución de la COVID, ¿cuál dirías que es la situación epidemiológica actual en España?

Lo primero es señalar que el virus no ha desaparecido y sigue con sus mutaciones. Para mantener un equilibrio y no tener repuntes peligrosos con nuevas variantes que puedan aplicar ingresos hospitalarios y riesgo de muerte, hay que mantener la protección inmunológica con refuerzos de vacunas anuales.

-¿Quién debe vacunarse?

Creo que falta por parte de las autoridades sanitarias un mensaje más claro: este octubre vamos a tener que vacunar a los grupos de mayor riesgo, pero quizá tendremos que repensar, en el caso de la COVID, si no debieran ser sectores más amplios de la población: yo recomendaría vacunar a todas las personas mayores de 60 años, porque debemos tener un refuerzo con respecto a las variantes más recientes. Hay una gran cantidad de la población general desprotegida y no debemos banalizar la COVID o pensar que es una gripe más, como algunos lo han querido ver. Por supuesto, si hubiera grandes repuntes, hay que volver a adoptar medidas como el uso de la mascarilla en espacios de mayor riesgo y en lugares de alta concentración.

-¿Qué otras medidas debemos tomar este otoño?

La conciencia individual ciudadana debe ser reforzada con mensajes públicos: si se tiene una infección respiratoria aguda, lo indicado es protegerse y proteger a los demás y usar una mascarilla. También hay que protegerse en los espacios confinados en los momentos de mucha incidencia de infecciones respiratorias agudas. Porque los últimos 2 años hemos tenido casos de COVID, casos de gripe estacional y casos de virus respiratorios al mismo tiempo. Así pues, hay que vacunarse contra la COVID y contra la gripe estacional. Todo lo que podamos hacer con respecto a mejoras en la calidad del aire es muy importante, y particularmente en ámbitos críticos como son las residencias.

-Recientemente has publicado tu segundo poemario, Centinela del viento, que reúne los poemas escritos durante más de cuatro décadas. ¿Qué van a encontrar los lectores en este segundo poemario?

Recientemente, logré armar un poemario de entre mi amplia colección de poemas. Centinela del vientorecoge poemas escritos a lo largo de los últimos 45 años. He tratado de hacer una selección con cierta unidad, que registra las emociones, percepciones, imágenes y sensaciones que me han ido generando los distintos vientos vitales. Por ello, los capítulos tienen nombres de vientos o alusiones a distintos tipos de vientos, desde las brisas suaves hasta las borrascas, las tormentas o el cierzo. En estos poemas, hay mucha presencia de la naturaleza, de las plantas, de las flores, del mar, de los acantilados…, pero también del amor y del viento. Pero no terminan ahí mis proyectos literarios, porque vivo un retiro muy activo y espero que lo siga siendo.

-¿Qué otros proyectos tienes entre manos?

Estoy escribiendo una novela que busca recrear la odisea del éxodo de mi padre, siendo niño, de la Guerra Civil. Quiero ponerme en la perspectiva de ese niño que abandona Asturias, experimenta la muerte por fusilamiento de su padre, vive en Cataluña, vive en Francia, viaja a México y regresa después de 77 años para pasar los últimos 4 años de su vida en Asturias. Es un ejercicio complejo y difícil porque es muy cercano a mí, pero al mismo tiempo he tenido multitud de conversaciones sobre la experiencia de la guerra y el exilio. Crecí, como muchos hijos de exiliados republicanos españoles en México, con la crónica cotidiana de quienes no habían ganado la guerra, pero habían ganado la esperanza con el exilio. Estoy tratando de darle las vueltas necesarias para que sea un texto equilibrado, en donde quizá hay algo de ficción, pero muy poco.

-Siendo científico, ¿de dónde nace tu vocación de escritor?

Desde que era estudiante de Medicina tenía un interés grande en la literatura: escribía reseñas, publicaba poemas y artículos en revistas literarias, incluso participé en la fundación de una revista que sigue existiendo en México, Nexos, sobre sociedad, ciencia y literatura. Dirigí un par de colecciones sobre salud y sociedad y publiqué en 1979 un poemario titulado Tú llegarás a mi ciudad vacía que se agotó. Por fortuna, se va a reeditar el año próximo en España con ediciones Vitruvio.

Daniel López Acuña: “Desde que era estudiante de Medicina tenía un interés grande en la literatura”

El Dr. Daniel López Acuña es un referente en el campo de la salud pública a nivel internacional. Como excoordinador de Clúster de Salud de la OMS y exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis, ha sido testigo de primera mano de los desafíos a los que se enfrentan los sistemas de salud en todo el mundo. Además, su papel como asesor durante la pandemia de COVID-19 lo ha convertido en una voz autorizada en el debate sobre las futuras pandemias. En esta entrevista, exploraremos su amplia trayectoria, su visión sobre la salud pública y su reciente incursión en el mundo de la poesía.

-Has sido coordinador de Clúster de Salud de la OMS y director de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la OMS. ¿Cuáles han sido los desafíos más importantes de tu carrera?

Trabajé 30 años en la Organización Mundial de la Salud desempeñando distintas funciones, 20 años en Washington DC para la oficina de la región de las Américas dando cobertura desde Canadá hasta Argentina, y después 10 años en Ginebra, en la sede central de la OMS, donde fui director de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis con una cobertura mundial. A lo largo de estos años, desempeñé varias funciones y siempre traté de ligar la epidemiología, como método científico, a la acción en salud pública, y muy particularmente a la acción sanitaria en situaciones de crisis.

Los desafíos a los que he tenido que hacer frente han sido múltiples y siempre han dejado lecciones muy importantes. Por ejemplo, en los años ochenta y principios de los noventa trabajé en una iniciativa que se llamó «Salud puente para la paz» en Centroamérica, tratando de que, a través de una colaboración en salud, se produjese una mayor distensión y relajación de las tensiones internas y externas. También la destrucción masiva que supuso el huracán Mitch, epidemias de cólera como la del año 91 en Perú que se extendió por toda América Latina, riesgos de pandemias como la gripe porcina o la gripe aviar, el bloqueo sanitario en Gaza, el conflicto en Darfur o el de la República Democrática del Congo… solo por señalar algunos.

-Actualmente sigues dando clases en la Escuela Andaluza de Salud Pública. ¿Qué otros proyectos tienes entre manos?

Después de tres décadas dedicadas a la Organización Mundial de la Salud, me jubilé en diciembre de 2014. Fue entonces cuando decidí regresar a mis raíces y establecerme en Gijón. Esta ciudad tiene un significado muy especial para mí, ya que mi padre nació en Asturias. Lamentablemente, la Guerra Civil lo obligó a exiliarse a Francia a los 14 años, tras pasar un tiempo como desplazado interno en Cataluña. Finalmente, llegó a México a bordo del buque Sinaia.

Mi jubilación de la OMS no significó el final de mi actividad profesional. Actualmente, combino mi labor como consultor independiente con la docencia en la Escuela Andaluza de Salud Pública. Además, durante la pandemia de COVID-19, asumí el rol de asesor para distintas instituciones.

-Precisamente, durante los últimos 4 años has atendido a los medios de comunicación para valorar y aportar tu punto de vista de experto sobre la COVID. ¿Cómo has vivido esta época?

Durante el periodo de la pandemia me ocupé mucho de lo que yo considero un servicio público de informar a los medios y a la población con objetividad: apoyando todas las medidas correctas y criticando lo que, desde mi punto de vista, no era adecuado. Fundamentalmente, haciendo una función de servicio público para tratar de informar mejor y explicar la dinámica de la pandemia. En ese periodo de 4 años, di aproximadamente 3000 entrevistas, escribí artículos… todo como un servicio público pro bono.

-Como experto que has estado siguiendo de cerca la evolución de la COVID, ¿cuál dirías que es la situación epidemiológica actual en España?

Lo primero es señalar que el virus no ha desaparecido y sigue con sus mutaciones. Para mantener un equilibrio y no tener repuntes peligrosos con nuevas variantes que puedan aplicar ingresos hospitalarios y riesgo de muerte, hay que mantener la protección inmunológica con refuerzos de vacunas anuales.

-¿Quién debe vacunarse?

Creo que falta por parte de las autoridades sanitarias un mensaje más claro: este octubre vamos a tener que vacunar a los grupos de mayor riesgo, pero quizá tendremos que repensar, en el caso de la COVID, si no debieran ser sectores más amplios de la población: yo recomendaría vacunar a todas las personas mayores de 60 años, porque debemos tener un refuerzo con respecto a las variantes más recientes. Hay una gran cantidad de la población general desprotegida y no debemos banalizar la COVID o pensar que es una gripe más, como algunos lo han querido ver. Por supuesto, si hubiera grandes repuntes, hay que volver a adoptar medidas como el uso de la mascarilla en espacios de mayor riesgo y en lugares de alta concentración.

-¿Qué otras medidas debemos tomar este otoño?

La conciencia individual ciudadana debe ser reforzada con mensajes públicos: si se tiene una infección respiratoria aguda, lo indicado es protegerse y proteger a los demás y usar una mascarilla. También hay que protegerse en los espacios confinados en los momentos de mucha incidencia de infecciones respiratorias agudas. Porque los últimos 2 años hemos tenido casos de COVID, casos de gripe estacional y casos de virus respiratorios al mismo tiempo. Así pues, hay que vacunarse contra la COVID y contra la gripe estacional. Todo lo que podamos hacer con respecto a mejoras en la calidad del aire es muy importante, y particularmente en ámbitos críticos como son las residencias.

-Recientemente has publicado tu segundo poemario, Centinela del viento, que reúne los poemas escritos durante más de cuatro décadas. ¿Qué van a encontrar los lectores en este segundo poemario?

Recientemente, logré armar un poemario de entre mi amplia colección de poemas. Centinela del vientorecoge poemas escritos a lo largo de los últimos 45 años. He tratado de hacer una selección con cierta unidad, que registra las emociones, percepciones, imágenes y sensaciones que me han ido generando los distintos vientos vitales. Por ello, los capítulos tienen nombres de vientos o alusiones a distintos tipos de vientos, desde las brisas suaves hasta las borrascas, las tormentas o el cierzo. En estos poemas, hay mucha presencia de la naturaleza, de las plantas, de las flores, del mar, de los acantilados…, pero también del amor y del viento. Pero no terminan ahí mis proyectos literarios, porque vivo un retiro muy activo y espero que lo siga siendo.

-¿Qué otros proyectos tienes entre manos?

Estoy escribiendo una novela que busca recrear la odisea del éxodo de mi padre, siendo niño, de la Guerra Civil. Quiero ponerme en la perspectiva de ese niño que abandona Asturias, experimenta la muerte por fusilamiento de su padre, vive en Cataluña, vive en Francia, viaja a México y regresa después de 77 años para pasar los últimos 4 años de su vida en Asturias. Es un ejercicio complejo y difícil porque es muy cercano a mí, pero al mismo tiempo he tenido multitud de conversaciones sobre la experiencia de la guerra y el exilio. Crecí, como muchos hijos de exiliados republicanos españoles en México, con la crónica cotidiana de quienes no habían ganado la guerra, pero habían ganado la esperanza con el exilio. Estoy tratando de darle las vueltas necesarias para que sea un texto equilibrado, en donde quizá hay algo de ficción, pero muy poco.

-Siendo científico, ¿de dónde nace tu vocación de escritor?

Desde que era estudiante de Medicina tenía un interés grande en la literatura: escribía reseñas, publicaba poemas y artículos en revistas literarias, incluso participé en la fundación de una revista que sigue existiendo en México, Nexos, sobre sociedad, ciencia y literatura. Dirigí un par de colecciones sobre salud y sociedad y publiqué en 1979 un poemario titulado Tú llegarás a mi ciudad vacía que se agotó. Por fortuna, se va a reeditar el año próximo en España con ediciones Vitruvio.